LLUVIA
De rodillas, la tierra ante tu
riego
bendice cada gota recibida,
tu fuente es salvadora de la
vida
en sus bosques diezmados por
el fuego.
¡Que llueva! Te cantaban
nuestros juegos
de la infancia, como una
bienvenida.
Hoy, en esta ciudad adormecida
tu música acompaña nuestros
ruegos.
Y tu llanto piadoso late
dentro
del corazón, que espera su
reencuentro
con el amor distante, en la
otra orilla
de este sueño en que todo vive
ausente,
preso en la nube de un tiempo
presente,
que no es un sueño, es una
pesadilla.
Mabel Fontau
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