INEFABLE
En la cuesta encendida de la
tarde
se reclina mi sombra. Hay algo
triste
en su adiós silencioso, y el
cielo arde
con esa última llama que
persiste.
Y se entrega a la noche sin
alarde.
El profundo vacío me desviste,
mi sombra aquieta su temblor
cobarde
y camina hacia el sueño, donde
existe
la inmensidad de luz, el
infinito
destino misterioso que está
escrito
en las almas, el punto en que
desflora
su pasaje hacia un nuevo
amanecer.
El sueño de morir y renacer
en la luz inefable de otra
aurora.
Mabel Fontau
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